En una carrera de cross, en la ciudad española de nombre Burlada, en Navarra, se dió un hecho realmente fuera de lo común. La carrera iba a ser ganada por un atleta keniano, Abel Mutai, nada menos que medalla de oro olímpica en el 2012. La pista era dura con curvas, pendientes, pozos… los atletas se iban aproximando a la meta, con barro y tierra en el cuerpo, algo propio de las caídas y exigencias de esas competencias. A la cabeza con luz iba el corredor africano. Aproximadamente unos 50 metros antes de la llegada, la pista daba una curva y allí había un arco con publicidad, Mutai seguramente confundiendo ese arco con la línea de llegada, al pasar por debajo del mismo aflojó el paso, levantó los brazos y comenzó a saludar al público. La gente le gritaba que aún no había terminado pero obviamente él no entendía español e interpretaba que lo saludaban por el triunfo. Y mientras trotaba como descansando los músculos, apareció atrás suyo quien iba segundo, el corredor español Iván Fernández Anaya, nacido en Victoria. Este se percató inmediatamente del despiste de Mutai pero en vez de seguir corriendo y aventajarlo, intentó explicarle con gestos que le faltaban unos metros para la llegada. Como el africano no entendía, el vasco entonces lo instó a que siguiera corriendo señalándole la llegada y haciéndole gestos mientras corría junto a él. Ambos llegaron así a la meta donde Fernández Anaya se retrasó un paso para que Mutai llegara primero. Un notable gesto de deportividad, de esos valores que incitan a seguir creyendo en el deporte.
Fuente del video: Youtube – Deporte Navarro
Fuente del texto: “Entre libros y deportes”, Hugo Viglietti