ORADORES: JULIO SÁNCHEZ PADILLA Y EDUARDO ROCCA COUTURE
El Sr. Presidente en ejercicio (Alejo Fernández Chávez), invita al Sr. Eduardo Rocca Couture, tantos años compañero de Mario Hopenhaym en esta Institución, a hacer uso de la palabra:
Sr. Eduardo Rocca Couture. “Estaba previsto se acuerdo a lo que había decidido el Consejo Directivo, que hoy acá el recuerdo de Mario, en su homenaje se hiciera por alguien que él quiso mucho y al que él formó mucho, el Sr. Julio Sánchez Padilla. Hoy me llama, para informarme que no podía concurrir, por encontrarse enfermo, pero quiso hacerse presente por una nota. Yo la voy a leer: “Estimado señor Presidente, un día como hoy era esperado por mí con gran entusiasmo, para describir con palabras el afecto, llegando al amor que en su vida demostró don Mario Jaime Hopenhaym, no fue un colega, fue un compañero de ruta, sincero, humano, con una humildad rayana en lo increíble, modesto pero firme en sus actos, compañero ejemplar de una época maravillosa de baloncesto, que tuve la alegría de compartir con él. Esta gripe que no quiero endosar a nadie, me impone algo que más allá de ser un honor era un compromiso moral que no puedo cumplir y que tengo con ese hombre ejemplar, socio de honor del Panathlon Montevideo, nuestro club, lo lamento profundamente y ruego a Eduardo Rocca Couture, agregue algo más a todo lo que pueda decir de este Panathleta ejemplar, al que hoy estamos homenajeando, no estoy pero estoy. Como siempre acompañando a los distinguidos integrantes del Club, afectuosamente, Julio Sánchez Padilla“.
Sr. Presidente en ejercicio de la Presidencia, Sres. Ex Presidentes del Panathlon, Sr. Representante del Distrito, Dr. Ettlin, queridos colegas, compañeros, Sra. Esther. Permítame comenzar con un comenzar con un comentario que tiene mucho que ver con lo que voy a charlar con ustedes, cuatro son los evangelistas, cuatro son las estaciones, cuatro son los puntos cardinales, cuatro son mis agradecimientos hoy, el primero es para mí Club, que me dio la opción y la oportunidad de conocer a Mario Hopenhaym, que tan bien ha sido descripto recién por Edgardo, hace muy poco tiempo alguien lo definió como figura estelar de un equipo sin hinchas, en un reportaje. En segundo término tengo que agradecerle al Consejo Directivo que haya pensado que yo puedo representar a todo el Club en esto que todos de corazón quisiéramos hacer cada uno de nosotros. En tercer término, a él mismo, a Mario, por haberme dado apenas nos conocimos, el afecto y la amistad con la sencillez y modestia que él puso en todas sus cosas y finalmente, no por ello menos importante un agradecimiento especial al ex Presidente, don Héctor Lazcano, quien me proporcionó una cantidad de material que me ayudó a mí en su valor a describir la biografía.
Este es el momento en que naturalmente supongo que Julio no lo sabe, pero que podría haber conocido algo que es sumamente importante. En un reportaje que le hicieron a Hopenhaym en el año 2014, le preguntaron qué personalidad del básquetbol de su tiempo estaba en su corazón y él respondió: “Primero me viene a la memoria don Juan Carro, mi primer maestro de psicología del arbitraje, un gran amigo y gran profesional en su materia. Entre mis colegas cito dos nombres: don Rabil Bensusán, recientemente fallecido y mi querido y gran amigo Julio Sánchez Padilla”. Eso lo dijo hace un año y medio Mario y el Consejo Directivo, designó hace una semana a Julio para hacer su homenaje, me parece que es absolutamente justo. Se elogió ahí a gente que también tuvimos muy cerca nuestro, se refirió a dirigentes como Alberto Sello, Federico Slinger, Antonio Lizano, todo esto justifica plenamente esta momentánea meditación a cerca de la biografía de Mario Hopenhaym.
Voy a transmitir a ustedes algunos datos que nos parecen interesantes para conocer mejor al recordado y lo haré desde dos ángulos, en primer lugar una pequeña biografía que ahora se va a incorporar un poco más por la parte del básquetbol, tomada de los elementos que se me proporcionaron y luego un segundo término mi percepción sobre de qué manera la vida de este hombre directamente vinculado con el deporte nos presenta a un panathleta cabal, convencido y por ende ejemplar.
Nació en la localidad de San Fernando, provincia de Buenos Aires, era argentino, el 8 de marzo de 1926. Su padre Adolfo era oriundo de una ciudad industrial de Polonia y su madre doña María nació en Rumania. Tuvo tres hermanos y curiosamente de niño se le apodaba como «el negrito» y que quede claro que como vigente solamente para su familia y sus amigos más íntimos, él lo explica porque su hermano era rubio y él no, por eso sus tías así lo distinguían. Su familia se radicó en Montevideo cuando tenía él 7 años de edad y lo fue en una casa del Parque Rodó. Podemos saber que comenzó a trabajar a los 11 años, ayudando a su padre en un trabajo duro y fatigoso como era el de encerar grandes superficies de piso de los más prestigiosos salones, teatros, cines y lugares de fiestas de Montevideo. Fue a la escuela pública sin el más mínimo inconveniente por su nacionalidad argentina y lo hizo en la escuela Artigas que está ubicada todavía hoy en Canelones y Salterain. Ha comentado que en la escuela durante los recreos, se dividían los varones de las niñas y entre los propios juegos de ellos estaba siempre un picadito de fútbol. Luego concurrió al Zorrilla y culminó posteriormente aprobando todos los años entrando al IAVA. Cursó la rama científica porque quería ingresar a la Facultad de Química y recibirse de Ingeniero Químico Industrial. Estamos entonces en el año 1943 y confiesa que cursó un sólo año entendiendo que su alejamiento de los estudios y su deseo de trabajar que le resultó más fácil obtener se deben sustancialmente a la pérdida de su madre cuando él tenía 15 años. Si ella hubiera vivido, dice Mario, “yo seguramente hubiera sido ingeniero”.
Y ahora pasamos al básquetbol, quiso este deporte desde muy pequeño, y jugaba en verano en la playa Ramírez, en una parte de piso duro de arena dónde aprendió los fundamentos del juego y formalmente empezó a jugarlo en la plaza histórica del Parque Rodó. De esa época recuerda que se armaban campeonatos y el equipo ganador se llevaba como premio una torta grande que cocinaba un profesor de educación física que era el que coordinaba el campeonato. Su primeros pasos enserio afirma haberlos dado a los 15 años en una institución pionera, la Central Social Israelita que jugaban en la cancha en 4° de ascenso y recuerda que en esa divisional el Club Artigas que competía también tenía su sede donde hoy está el liceo Zorrilla. El resto del básquetbol tendría que haber sido lo que contara Sánchez Padilla pero antes de entrar en lo que yo voy a tratar de sustituirle, quisiera transmitir nuestro afecto contándoles que en esta parte de su personalidad él había aprendido a jugar al ajedrez, haciendo sus primeras corridas en el básquetbol en el mismo club donde aprendió el ajedrez, y que sin perjuicio de los reconocimientos del deporte, no puede concluirse esta parte de su biografía sin recordar que la Junta Departamental de Montevideo, en una sesión del año 2008 lo distinguió como «Deportista Excepcional de la Ciudad de Montevideo», en la cual estuvimos muchos de nosotros.
Y ahora veamos un poco cómo podemos reconstruir lo que Julio Sánchez Padilla iba a hacer y ustedes me van a perdonar la diferencia sustancial que va a haber entre lo que yo haga y lo que Julio seguramente hubiera hecho. Me tomo fundamentalmente de las palabras de él. Comenzó a jugar en el básquetbol por una amistad con Svirgi que en aquel momento era una estrella del Tabaré. Ahora me referiré a cómo llegó de forma casual al arbitraje, un día estábamos en un entrenamiento y el técnico Dante González le dice: “tomá el silbato, dirigí el partido, así finalizada la práctica, se acerca casualmente el hermano del técnico, que fuera árbitro internacional y le dice «botija, no querés ser juez oficial?» yo no sabía que hacer, pero insistió y finalmente me inscribí para el curso de …. Orestes Volpe, aprobé todas las materias y quedé habilitado para arbitrar en partidos oficiales. Cuando debuté como árbitro, sólo había un juez en la cancha, te das cuenta dice, cada partido te marcaba a fuego. Por fortuna, dos años después 56 – 57, la Federación decidió que en primera división, se debían disputar los partidos con dos árbitros en la cancha. Recuerdo que aquel año fuimos ascendidos de categoría cuatro nuevos árbitros Alberto Franchini, Enrique Fernández, Juan Parra y yo. En 1963 el Colegio de Árbitros me nomina para aspirante a la categoría de internacional. Ese mismo año en el sudamericano de Lima, Perú obtengo la licencia internacional hasta 1984 que fue cuando me retiré de la actividad arbitral”. Se refiere luego a los escenarios y señala: “Todo era muy diferente, en aquel momento se jugaba al aire libre, muchas veces la red lumínica era deficiente comparada con las actuales, no te digo el piso, primero eran de tosca y posteriormente de bitumen. Para nosotros los árbitros como para los jugadores en invierno, teníamos que soportar al aire libre temperaturas a veces bajo cero, el viento, la humedad y ni que hablar en algunas canchas los vestuarios”.
Su actividad fundamentalmente como internacional y nacional se resume de la siguiente manera: 66 años unido en forma continua al básquetbol, durante el período 55 a 84 arbitró 23 campeonatos nacionales en las categorías adultos y juveniles y 30 campeonatos federales en todas las categorías y divisionales de Montevideo. Dictó los cursos de árbitros en Uruguay durante 21 años en forma totalmente honoraria. Era Presidente del Consejo Técnico de la Federación Uruguaya de Básquetbol desde el 84. En el año 63 recibió su licencia internacional en Lima, retirándose en el 84 con su licencia de árbitro internacional honorario de la Federación Internacional de Básquetbol. Actuó como árbitro en los Juegos Olímpicos del 64 en Tokio, el 68 en Méjico, campeonatos mundiales masculinos del 66 en Chile, 67 en Uruguay, campeonatos mundiales femeninos del 71 en Brasil y 75 en Colombia. Primer árbitro no europeo en campeonatos de Europa en el 65 en la Unión Soviética, campeonato panamericano 67 en Canadá, 3 campeonatos asiáticos (1967 Corea, 69 Tailandia y 82 Filipinas). Cinco copas Williams Jons en Taiwán, 8 campeonatos sudamericanos, varios campeonatos internacionales no oficiales (Brasil, España, Panamá, etc.) En carácter de miembro técnico en el 84 es nominado integrante de la Comisión Técnica Mundial. En el 92 es nominado Presidente en la Comisión Técnica de Copaba, hoy FIBA Américas. Desde 1961 ha participado y conducido 59 clínicas para árbitros de la Federación Internacional y de aspirantes. Como Comisionado Técnico ha participado en los Juegos Olímpicos del 92, del 96, del 2000 y del 2004. Como Comisionado Técnico en varios torneos mundiales, campeonatos de las Américas y campeonatos sudamericanos y las distinciones internacionales más importantes fueron en el 64, Arbitro FIBA Internacional Honorario, en el 2006 Miembro Honorario de FIBA Américas, en el 2006 Orden de Mérito, máxima distinción que concede la Federación Internacional y finalmente, en lo que es una real culminación en el 2007 ingresa al Salón de la Fama de la Federación Internacional en Alcobendas, en Madrid, España el 12 de setiembre de 2007.
Con esto, creo haber terminado el desarrollo de la biografía del atleta, de la persona de Mario Hopenhaym que todavía no es el panathleta. Se ha dicho con razón que hay en la vida tres anhelos: el de saber, el de mandar y el de amar. Se cumplen claramente en Mario dentro del marco de sus obligaciones panathléticas como veremos. No cabe duda que se preocupó al llegar al club en 1996 con 70 años de edad, para conocer los preceptos, las condiciones y fundamentalmente las obligaciones de la Institución. A mí me cupo el honor de recibirlo al ingresar al Club con el padrinazgo de Don José Pedro Listur, atleta muy bien recordado, y lo consideré siempre como una distinción especial. Voy a leer lo que fue el espaldarazo de ese momento y como consecuencia de ello, que vean ustedes cómo nuestro recordado amigo, honró plenamente los compromisos contraídos. En nombre de esta Institución yo le dije: «Te sumas a un grupo de deportistas dispuestos a preservar los valores educativos del deporte y defender sus principios basados en la ética y la moral para conseguir la armonía entre el cuerpo, la mente y el espíritu y el entendimiento entre los hombres y los pueblos. Estarás dispuesto a dar el aporte de tu inteligencia y esfuerzo sin esperar más recompensa que el reconocimiento en tus compañeros y de más íntima satisfacción personal». Piensen lo que fue el espaldarazo y lo que fue la vida de él. Si analizamos cada uno de éstos conceptos en esta hora de llamamiento y pensamos en lo que él ha sido como panathleta, no nos queda la más mínima duda de su fiel cumplimiento con honra para la Institución. El anhelo de saber para embuirse en nuestra cultura social, era una nueva etapa de su ansia por la información y el conocimiento fuentes en las que vivió en toda su vida en el básquetbol. Yo no me resisto a colorear su actitud panathlética con su respeto a los valores, principalmente el movimiento olímpico que practicó permanentemente y sin renuncias. El primero la excelencia valor, que defiende dar lo mejor de sí mismo, en el terreno del juego o en el campo profesional. El segundo lugar la amistad, que estimula a considerar el deporte como un instrumento de la comprensión mutua entre personas y pueblos. Mario vivió la inspiración de los juegos olímpicos llevando a superar las diferencias políticas, económicas, de sexo, raciales y religiosas, fomentando fuertemente la amistad y el compromiso por el encima de las diferencias. Y el tercer valor, finalmente, respecto al cual se alude en el movimiento olímpico es respetar las normas al deporte y al medio ambiente, implicando el respeto al Fair Play, a la lucha contra el dopaje y contra cualquier otra actitud no ética.
El ex Presidente del Panathlon Internacional, don Enrico Prandi, en una editorial de la Revista Internacional con motivo de una invocación del Papa Benedicto VI frente a un partido de fútbol realizado en Florencia entre Alemania e Italia un amistoso destina a combatir la intolerancia de todos los deportes dijo que nuestro compromiso es contra discriminaciones raciales, contra la violencia. Toda la humanidad pertenece a una única raza sin distinciones de sexo, color de piel, origen étnico o social, características genéticas, lengua o religión y subraya los grandes servicios del deporte para la solidaridad y la paz. Ésta me parece una espléndida fotografía de lo que fue permanentemente la actuación de Mario en su vida del deporte. Hasta aquí hemos analizado el cumplimento del anhelo del saber y por lo que vemos hasta ahora también el cumplimiento del mandar, vamos a entrar en él. El anhelo de mandar necesita para su cumplimiento muñirse de una gran tolerancia para señalar respeto y liderazgo, sus amigos y colegas del deporte podrán abonar esta afirmación mía, cuando digo que Mario con su función de árbitro supo mandar con firmeza y con mucho respeto a sus dirigidos. Su incorporación al Consejo Directivo de nuestra Institución le hizo asumir la responsabilidad de mando en los asuntos y sector que se le encomendaron y todos nosotros somos testigos de la responsabilidad con que atacó una devoción por el compañerismo y una preocupación permanente por el buen funcionamiento de todos nuestros convivios. Fue Vicepresidente del Consejo Directivo, el panathleta debe ser un hombre que asuma la responsabilidad en la aplicación de los principios de la organización, afirmando el ideal deportivo y sus valores morales y culturales como instrumento para formar y elevar al individuo, procurando la solidaridad entre las personas y los pueblos y con la finalidad de formar mejores personas. No necesito entonces suscribir que el perfil del panathleta Hopenhaym, encuentra rigurosamente cumplido todas la exigencias que dieron nacimiento y mantienen la piedra angular del Panathlon, y para ello se da expreso cumplimiento a una doble condición esencial, ser reconocido en la comunidad y en el entorno social por sus cualidades morales, honestidad, justicia y ecuanimidad y para mayor ahondamiento, cualidades morales en cuanto a la capacidad, experiencia y respeto a sus semejantes. Mario en genio y figura.
Según terminamos de ver los anhelos del saber y del mandar, se han cumplido plenamente en nuestro personaje de hoy. Terminemos con el del amor, la carta básica del Panathlon exige amor al deporte, mantener una actuación experiente y positiva en el deporte en que se ha involucrado y transformarse en un lazo natural por su amor al deporte de comunión y esencia que sea la unión del ser, de la universalidad de nuestro movimiento. Pero hay algo más para calificar debidamente el cumplimiento de este anhelo de amor, se trata de su familia, de sus colegas, de los que fueron motivo de su preocupación para el riguroso cumplimiento de las reglas del deporte y para nosotros todo el afecto y el cariño que depositó permanentemente en esa nuestra ocupación espiritual. En un reportaje que le realizó el periodista Ángel Troche hace año y medio al consultarle sobre un mensaje final para todo el deporte dijo: «Mi mensaje final para todos mis queridos muchachos, que son los actores árbitros, que se preparen en conciencia, físicamente, técnicamente que en cada partido pongan lo mejor de sí por el espectáculo. Que recuerden siempre, que un partido se asemeja a una balanza, con dos platillos, que gana el mejor y sin dejarse nunca influenciar por los técnicos, lo jugadores o los parciales». Mensaje a la juventud, de su presencia en el deporte, dirigencia permanente, hoy más que nunca y si alguna duda pudiera quedar, en el momento de su tránsito vital al espiritual, la Asamblea del Panathlon de Montevideo, le designó hace pocas semanas y él llegó a saberlo, en la primera categoría de distinción que se otorgó y que creo puede considerarse como un verdadero reconocimiento, fue nuestra medalla al mejor de nosotros. Laninger un filósofo que sufrió por sus ideas poco conocidas dijo: «La muerte de nuestros maestros calma nuestra necesidad y nuestra soledad. Las conversaciones que mantenemos con los muertos, llegan a ser en un momento de nuestras vidas más importantes que nuestros coloquios con los vivos». Se ha dicho que tradición es recordar los muertos, pero yo creo que no es así, tradición es mantener los muertos vivos y esto es lo que acabamos de hacer esta noche todos nosotros con nuestro querido Mario.