El Panathlon Club Maldonado-Punta del Este continúa con sus visitas a Escuelas en el marco del programa «Jugando y creciendo con salud». El 11 de octubre concurrieron a la Escuela Rural Nº 88, en José Ignacio, Maldonado. Allí 72 niños con padres y docentes, recibieron a los Panathletas entre cánticos y alegría nos contaba su Presidente Carlos de León.
La primera parte tuvo a la música como eje central. Pero el protagonismo lo tomó luego Leonel con un mensaje entretenido y claro para los niños en base a un estupendo trabajo sobre el deporte y el fair play.
Luego en la Plaza de José Ignacio fue el momento de juegos y diversión entre todos, con Ángel y Carmen liderando la actividad en un hermoso día de sol. Finalmente con la entrega de frutas y agua a todos y por cierto muchas fotos, terminó una nueva jornada enriquecedora.
Pero vale destacar otro evento que tuvo lugar días atrás dentro del mismo programa que que en forma tan activa este Club Panathlon lleva adelante. Es justamente lo que motivó el título de esta nota, honrar la vida a través del deporte y nos referimos a la visita y actividades realizadas en la Escuela Nº 79 de Maldonado para Discapacitados Intelectuales.
También allí se dejó el mensaje panathleta, pero además distinguieron a los alumnos que han participado en juegos Paralímpicos. Colaboraron en dicha oportunidad el profesor Rubén Acosta, la doctora Carolina Mazzino y los sponsors, Agromercado Alemán, Nativa, Municipio San Carlos, Dirección de Deportes Intendencia Maldonado y Docentes de la Escuela 79.
Vale resaltar que este evento mereció el reconocimiento del Panathlon Internacional, quien publicó en su página web un cálido artículo al respecto (ver el link https://www.panathlon-international.org/news/index.php/es/component/k2/item/464-p-c-maldonado-punta-del-este-visita-a-la-escuela-79-de-capacidades-diferentes). También el Distrito Uruguay y todos sus clubes Panathlon en forma unánime han elogiado esta excelente iniciativa.
Desde estas páginas vamos a complementar esta crónica con una información que tiene su paralelismo con la utilización del deporte como herramienta de valores para los niños. Como todos sabemos, el actual mundo de las noticias digitales que circulan a través de las diferentes redes, hace muy difícil verificar la veracidad o no de muchos artículos. Asumiendo ese riesgo decidimos transcribir a continuación una anécdota recogida a través de “whtasapp”. Es de otras latitudes claramente por el deporte que menciona, pero sus valores son universales. Si es real, bienvenidas sean las acciones solidarias; si no lo es, bienvenido sea el mensaje y ojalá se haga real.
“En una fiesta organizada en una escuela de niños con capacidades especiales, el padre de un estudiante pronunció un emotivo discurso que nunca será olvidado por las personas que lo escucharon.
Después de felicitar a la escuela y a todos los que trabajan en ella, este padre hizo el siguiente razonamiento: -«Cuando no hay agentes externos que interfieran con la naturaleza, el orden natural de las cosas alcanza la perfección».
-Pero mi hijo, Herbert, no puede aprender como otros niños lo hacen.
-No puede entender las cosas como otros niños. ¿Dónde está el orden natural de las cosas en mi hijo?
La audiencia quedó impactada por la pregunta. El padre del niño continuó diciendo: ‘Yo creo que cuando un niño como Herbert, física y mentalmente discapacitado, viene al mundo, una oportunidad de ver la naturaleza humana se presenta, y se manifiesta en la forma en la que otras personas tratan a ese niño’.
Entonces contó que un día caminaba con su hijo Herbert cerca de un parque donde algunos niños jugaban baseball. Herbert le preguntó a su padre:
-‘¿Papá, tu crees que me dejen jugar?’
Su padre sabía que a la mayoría de los niños no les gustaría que alguien como Herbert jugara en su equipo, pero el padre también entendió que si le permitían jugar a su hijo, le darían un sentido de pertenencia muy necesario y la confianza de ser aceptado por otros a pesar de sus habilidades especiales.
El padre de Herbert se acercó a uno de los niños que estaban jugando y le preguntó (sin esperar mucho) si Herbert podría jugar. El niño miró alrededor por alguien que lo aconsejara y le dijo: Estamos perdiendo por seis carreras y el juego está en la octava entrada. Supongo que puede unirse a nuestro equipo y trataremos de ponerlo al bate en la novena entrada’.
Herbert se desplazó con dificultad hasta la banca y con una amplia sonrisa, se puso la camiseta del equipo mientras su padre lo contemplaba con lágrimas en los ojos por la emoción. Mientras Herbert se sentaba entre el grupo de los que esperaban su posibilidad de jugar, su padre lo contemplaba. Los otros chicos notaron algo muy evidente: la felicidad del padre cuando su hijo era aceptado.
Al final de la octava entrada, el equipo de Herbert logró anotar algunas carreras pero aún estaban detrás en el marcador por tres. Al inicio de la novena entrada, Herbert se puso un guante y jugó en el jardín derecho. Aunque ninguna pelota llegó a Herbert, estaba obviamente extasiado solo por estar en el juego y en el campo, sonriendo de oreja a oreja mientras su padre lo animaba desde las graderías.
Al final de la novena entrada, el equipo de Herbert anotó de nuevo. Ahora con dos ‘outs’ y las bases llenas la carrera para obtener el triunfo era una posibilidad y Herbert era el siguiente en batear.
Con esta oportunidad, ¿dejarían a Herbert batear y renunciar a la posibilidad de ganar el juego? Sorprendentemente, Herbert estaba al bate. Todos sabían que un solo ‘hit’ era imposible porque Herbert no sabía ni como agarrar el bate correctamente, mucho menos pegarle a la bola.
Sin embargo, mientras Herbert se paraba sobre la base, el ‘pitcher’, reconoció que el otro equipo estaba dispuesto a perder para brindarle a Herbert un gran momento en su vida, se movió unos pasos al frente y tiró la bola muy suavemente para que Herbert pudiera al menos hacer contacto con ella.
El primer tiro llegó y Herbert abanicó torpemente y falló. El ‘pitcher’ de nuevo se adelantó unos pasos para tirar la bola suavemente hacia el bateador. Esta vez Herbert abanicó y golpeó la bola tan suavemente que ésta cayó justo enfrente del ‘pitcher’. El juego podría haber terminado. El ‘pitcher’ podría haber recogido la bola y haberla tirado a primera base.
Herbert hubiera quedado fuera y habría sido el final del juego. Pero, el ‘pitcher’ tiró la bola muy alto sobre la cabeza del niño en primera base, fuera del alcance del resto de sus compañeros de equipo. Todos los espectadores en las graderías y los jugadores de ambos equipos empezaron a gritar ‘Herbert corre a primera base, corre a primera’ nunca en su vida Herbert había corrido esa distancia, pero logró llegar a primera base. Corrió justo sobre la línea, con los ojos muy abiertos y sobresaltado.
Todos gritaban, ‘¡Corre a segunda, corre a segunda!’. Herbert, recobrando el aliento, corrió con dificultad hacia la segunda base. Para el momento en que Herbert llegó a segunda base el niño del jardín derecho tenía la bola. Era el niño más pequeño en el equipo y sabia que tenia la oportunidad de ser el héroe del día. Sólo tendría que tirar la bola a segunda base, pero había entendido las intenciones del ‘pitcher’ y la tiró demasiado alto, por encima de la cabeza del niño en tercera base.
Herbert corrió a tercera base mientras que los corredores delante de él hicieron un circulo alrededor del ‘home’. Cuando Herbert llegó a tercera, los niños de ambos equipos, y los espectadores, todos, estaban de pie gritando ‘¡corre a ‘home’! corre’.
Herbert corrió al ‘home’, se paró en la base con sus brazos en alto, rebosando felicidad, giró la cabeza mirando a su padre… mientras (cosa extraña) los jugadores de ambos equipos lo vitoreaban y abrazaban como el héroe que bateó el ‘grand slam’ y ganó el juego para su equipo. ‘Ese día’, dijo el padre con lágrimas bajando por su rostro, ‘los niños de ambos equipos se confabularon dándole a este mundo una muestra de verdadero amor y humanismo’.
Herbert no sobrevivió otro verano. Murió ese invierno, sin olvidar nunca haber sido el héroe y haber hecho a su padre muy feliz, haber llegado a casa y ver a su madre llorando de felicidad y abrazando a su héroe del día”
La presente anécdota cuyo autor no pudimos encontrar, finaliza con una reflexión: “Toda sociedad será juzgada por cómo trata a los menos afortunados”. Y en tal sentido, estamos convencidos que el Panathlon es una hermosa herramienta para honrar la vida a través del deporte en nuestra sociedad.