Ha finalizado un mega evento deportivo, un formidable espectáculo que fuera presenciado por millones de personas en el mundo entero. Francia se coronó merecidamente Campeón Mundial de fútbol y agregó una segunda estrella en su camiseta. Por su lado nuestra selección nacional obtuvo un más que meritorio 5º puesto, que debe enorgullecernos fuertemente si pensamos que este camino se inició con más de 200 países en competencias continentales tres años atrás.
Nos parece oportuno comenzar este artículo con una mención a la imagen que el país anfitrión logró trasmitir al mundo. No fue nuevo para nadie el espectacular despliegue en infraestructura, tecnología y seguridad mostrado por Rusia, puesto que desde siempre ha sido una de las potencias mundiales. Pudimos apreciar así imponentes estadios inmersos en bellas y modernas ciudades. En cambio, muchos periodistas y compatriotas mostraron su sorpresa por la calidez y el talante amistoso y amable que en forma generalizada encontraban en la sociedad rusa. Para quienes tuvieron la oportunidad de vivir en el 2013 la XXVII Universiada (Juegos Olímpicos Universitarios), calificada como la más espectacular de la historia, o en el 2015 el XVI Mundial de Natación, eventos ambos realizados en Kazán, Rusia, esto no fue sorpresa. En efecto, es la rusa una sociedad donde sobretodo las generaciones jóvenes vienen marcando cada vez con más fuerza, un espíritu sumamente amistoso y respetuoso hacia el extranjero. Allí llegó y compitió muy bien la selección de Uruguay. Allí llegaron y coexistieron muy bien, miles de uruguayos.
Desde el punto de vista deportivo y social es mucho lo que se ha escrito y se escribirá por estos días en la prensa especializada. A nosotros nos interesa hacer especial hincapié en determinados conceptos que son caros al quehacer panathlético. El Mundial de Rusia ha registrado hechos salientes e inéditos hasta el momento. El uso de la tecnología en la ayuda al juego se vio maximizado desde el uso de los “relojes inteligentes” por parte de los jueces, hasta la oficialización del “VAR”, llamado así por las siglas en inglés “video assistant referee”. Este sistema permitió un apoyo en tiempo real al arbitraje, siendo decisivo, incluso en la final del campeonato. Tan fina fue su determinación que en esa oportunidad el Juez del encuentro, el argentino Néstor Pittana necesitó casi dos minutos visualizando las diferentes imágenes, antes de decidir la sanción del penal a favor de Francia. Pero resulta una realidad indiscutible, que el VAR ha constituido un aporte a la transparencia del juego.
La otra decisión importante de FIFA, tuvo que ver con la aplicación del Fair Play para decidir el pasaje en la fase de grupos. Esto ocurrió por primera vez en la historia de la Copa del mundo, al clasificar Japón, para la octavos de final gracias al juego limpio, gracias a su comportamiento en el campo. En efecto, en el Grupo H, Japón y Senegal acabaron empatados en puntos, en goles a favor y en contra, en todo. Al aplicarse esta regla, como Japón tenía menos tarjetas amarillas que Senegal, entonces clasificó. El Director Técnico del equipo africano, Aliou Cissé, caballerescamente declaró: “Llegado a este punto, decidir el pase por el juego limpio, es muy raro y extraordinario. Pero sucedió y si miramos los rankings, la situación podría repetirse en otros grupos, otras veces. En todo caso es mejor que la moneda al aire o el sorteo (que también figura éste último entre los puntos de posible desempate)”.
Así se premia a la deportividad. Quién se comporta mejor gana. Lamentablemente la buena intención de esta regla tuvo un giro no esperado que no pasó desapercibido. En el partido final, los nipones pese a ir perdiendo con Polonia 1 a 0, renunciaron a atacar en los minutos finales. El periódico español, “La Vanguardia” por ejemplo, señaló: “Pese a perder, decidieron no atacar y mover el balón en defensa ante la actitud también defensiva de Polonia, que esperaba en su campo. Confiaba Japón en que Colombia lograse el triunfo, aunque un gol de Senegal les habría dejado fuera”.
Curiosamente Japón protagonizó otros dos hechos que también muestran actitudes y valores. Sus hinchas, cada vez que finalizaba su encuentro, dedicaban un tiempo a limpiar las gradas del estadio donde habían estado alentando a su selección. Y los propios jugadores, cuando jugaron su último partido en el mundial, tuvieron dos gestos de deportividad y educación. Así fue, en octavos de final Japón enfrentó a Bélgica, a la postre medalla de bronce del Mundial, y luego de ir ganando por 2 a 0, en los últimos 20 minutos recibieron tres goles (el tercero en la última jugada del partido) y terminaron eliminados. Pues bien, no solo asumieron su derrota con hidalguía saludando a sus rivales, sino que cuando posteriormente se retiraron del vestuario, ellos mismos limpiaron de forma impecable dicho vestuario, dejando un pequeño cartel con una palabra escrita: “GRACIAS”.
El trofeo Fair Play que en el Mundial de 2014 había sido otorgado a Colombia, correspondió en esta oportunidad a España. El anuncio se hizo público al finalizar el certamen y la elección estuvo a cargo del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA, creado a esos efectos. España tuvo un excelente desempeño en el aspecto disciplinario, sin tarjetas rojas, con dos amarillas en cuatro encuentros y apenas 34 faltas cometidas en cuatro partidos, lo que da el promedio más bajo de faltas, 8 por partido.
Pero analizemos que aconteció con Uruguay. Nuestro representativo tuvo un destacadísmo papel en todas las áreas. Desde el punto de vista deportivo, aquel proceso que comenzara a enorgullecer a todo el país en Sudáfrica 2010, cuando el equipo capitaneado por Diego Lugano obtuviera el cuarto lugar y al año siguiente se consagrara campeón en la Copa Amércia 2011, vivió otro certamen confirmatorio de su nivel deportivo y humano, capitaneados ahora por otro gran deportista, Diego Godín. Puestos reiteradamente como ejemplo por el mundo deportivo, tanto por dichos logros, como por los trabajos en los procesos de juveniles, el equipo técnico liderado por Oscar Washington Tabárez y Celso Otero viene escribiendo páginas para la mejor historia de nuestro principal deporte.
En lo estrictamente deportivo se rompieron records de presencia, se ganaron cuatro partidos seguidos, dos de ellos frente a equipos europeos (uno , nada menos que el vigente campeón de Europa) y se obtuvo como fue dicho el 5º puesto en el Mundial. Y por cierto a todos nos podrá haber quedado la duda, que hubiera pasado si Edison Cavani, enorme protagonista de los dos espectaculares goles con que eliminamos a Portugal, hubiese estado presente en el encuentro ante Francia. De cualquier forma, independientemente de otras consideraciones, la actuación de nuestra selección nacional merece todo nuestro reconocimiento, pues nos vienen haciendo sentir felices desde hace años.
Pero como dijimos, nuestro interés pasa por centrarnos en valores panathléticos. Nos sentimos también enaltecidos, cuando cada conferencia de prensa del “Maestro”, dejaba enseñanzas y secuelas que sin tapujos la prensa y los analistas deportivos internacionales elogiaban. Cada intervención de los jugadores, tanto con la pelota como con un micrófono delante, estuvo también acompañada del común denominador de educación y valores. Quedaron definitivamente en el pasado actitudes destempladas, aunque la vieja garra charrúa siguió estando presente. Emocionó a propios y extraños ver acciones de juego en las que, por ejemplo, Naithan Nandez y Lucas Torreira, en diferentes encuentros intentaron trancar al rival, literalmente con la cabeza en el suelo. La propia lesión que mencionáramos de Cavani, fue por el sacrificio impresionante con que se exigió jugando en ambas áreas. Fue conmovedor ver el consuelo de Luis Suárez y también de Cavani a Mohamed Salah cuando no pudo ser de la partida en el encuentro Uruguay – Egipto. La forma como Ronaldo ayudó a salir del campo a Cavani luego de su lesión, los saludos al finalizar cada encuentro, nada desmedidos en victoria y respetuosos e hidalgos en derrota. Gestos todos de alto valor deportivo.
Uruguay quedó muy cerca de España en el registro disciplinario que determinó el premio Fair Play. Solo dos jugadores con amarilla, ninguna roja y 63 faltas en 5 partidos, lo cual arroja un promedio bajo de 12 faltas por encuentro. También en otras áreas hubo destaque, pues si mencionábamos líneas atrás, el gesto de la hinchada de Japón al limpiar las gradas, debemos señalar también que mucho nos alegró y nos hizo sonreir, la simpática iniciativa de un grupo de hinchas compatriotas que alentaban a Uruguay vestidos con la clásica túnica “vareliana” de escolares y luego del partido procedían también a limpiar las gradas donde habían estado.
Nos arrancó también sonrisas de simpatía ver a ese notable jugador francés, Antoine Griezmann, Balón de Bronce del Mundial, enfundarse en una bandera uruguaya durante la conferencia de prensa minutos después de coronarse campeón del mundo. Como anécdota mencionamos también otra curiosidad: McDonald’s llevó adelante un programa llamado “De La Mano al Mundial”. Durante esta Copa del Mundo en Rusia, alrededor de 1.500 niños de todo el mundo y 45 de América Latina vivieron la experiencia de salir a la cancha de la mano de los jugadores. El programa original, se llama Player Escort (Escolta de Jugador) y la marca lo lleva a cabo desde el mundial de 2002 habiendo permitido que más de 10.000 niños fueran parte de este sueño. Pues bien, por Uruguay la representante fue Sofía Sempolis, de Montevideo, quien con 7 años postuló al concurso. Le tocó ingresar nada menos que en la final ¿Adivina el lector a que jugador escoltó la niña uruguaya con una muy ancha sonrisa en su bella carita infantil? Pues sí, a Antoine Griezmann.
Otro hecho anecdótico “de color celeste” ocurrió en un área temática distinta: la Revista Musical “Billboard” eligió “Cielo de un solo color”, el hermoso tema de la banda uruguaya “No te va a Gustar”, como la mejor canción del mundial. Esta bella melodía, que ya en Sudáfrica nos sensibilizara, sonó fuerte en los estadios rusos durante cada calentamiento previo del combinado nacional. Así se fue entonces un mundial que nos dejó gratas impresiones y una vez más, un profundo y legítimo sentimiento de orgullo.